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DIME QUÉ LLEVAS EN TU BOLSO Y TE DIRÉ QUIÉN ERES


Ayer fui a una peluquería a hacerme unas mechas y al sentarme en esa inquitante silla, pues una nunca sabe con qué ánimo te vas a levantar, me dí cuenta aterrorizada de que mi móvil no tenía batería. Un ahogo repentino me presionó el pecho al pensar en esas dos horitas aislada, entre papel de aluminio y olor a deco. En pánico miré a mi alrededor buscando una salida y allí estaba ella… olvidada en una esquina, amarillenta y manoseada por el tiempo gritándome su presencia… Tranquilas, que no era una clienta a la que no le subía la permanente, no...no. Mi auxilio vino de una de esas revistas que desde que se inventó el facebook y el rollo del paperless forman parte del toque vintage de nuestras vidas. Yo, bastante aliviada, decidí rescatarla de su letargo aún a sabiendas de que llevaba mas de dos años caducada. De repente me llamó la atención un artículo que hablaba sobre lo que guardan las celebrities en su bolso y me quedé pasmada al ver que una de ellas guardaba en su Louis Vuitton, con el que va al supermercado, una utilísima navaja suiza y la pistola a juego… entendible, sabiendo que la pobrecita tiene que sobrevivir en su gueto de Bel Air.

El caso es que me puse a pensar en qué pasaría si a mí me hicieran la misma pregunta y no pude evitar carcajearme al mirar dentro de mi tote y encontarme con un cable de guitarra, un juego de cuerdas y dos cejillas conviviendo plácidamente con Pocoyó y Minnie mouse, un pintalabios abierto y adornado con trozos de galleta y un par de piruletas con forma de corazón para endulzarme de vez en cuando la existencia.

Y es que el bolso de la mujer forma parte de esos misterios sin resolver que tienen atónito a todo el género masculino. Y aunque se presenta como un accesorio a veces decorativo, no cabe duda que tanto su apariencia como su contenido nos define. Es nuestro tesoro secreto, nuestro cajón de sastre reflejo de nuestras necesidades, prioridades, miedos y deseos, siendo el confidente mudo de nuestro órden o nuestro caos, sobre todo cuando nos suena el teléfono y y tanto secretismo queda revelado cuando lo vaciamos en medio de la calle mientras que nos quejamos de que ese saquito enigmático es demasiado grande o el teléfono demasiado pequeño.

Así pasa con nuestro corazón y no me refiero al de carne. Somos expertas en ir atesorando recuerdos, sentimientos, ilusiones o desengaños que para bien o para mal siempre nos terminan definiendo. Y muchas veces aunque preferimos pensar que nuestro corazón anda libre y que las heridas o problemas nos afectan tan poco que no ocupan en nuestra alma más de lo que puedes guardar en un clutch, nuestras acciones y nuestra boca confiesan a gritos que necesitamos un maxibolso para poder llebar tanta carga. Al igual que de vez en cuando viene bien vaciar nuestros bolsos para darnos cuenta de que la mitad del espacio estaba ocupado por cosas que ya no sirven, hemos de ser selectivas e intentar atesorar en nuestro corazon sólo aquello que nos conviene.

Decidido: Vaciaré mi "bolso" para aliviar mi carga y dejar espacio a nuevas esperanzas.

Textos de referencia:

Lucas 12:34... Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

Lucas 6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.

2016@iwomaninternational


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