A pesar de las ventajas que nos ofrece la tecnología y las innumerables virtudes que se esconden detrás de nuestras cautivadoras pantallas, yo sigo pensando que no hay nada tan agradable como pasar una tarde de domingo bajo una mantita, un chocolate caliente y un antiguo álbum de fotos... sí, sí... de esos viejitos, con los lomos medio desgastados, fieles guardianes de tesoros íntimos. Y es que no hay nada tan entrañable como una antigua fotografía oxidada por el olvido, pero con la asombrosa capacidad de rememorar olores, sabores o emociones y que desafían tu presente con carcajadas espontáneas, como las de tu hija al descubrir que su abuelito "usaba pelo", o con lágrimas melancólicas al recordarte que hubo un tiempo en que tu tripita era plana...
Lo cierto es que todas tenemos un álbum fotográfico personal llamado "Pasado", guardado en algún rincón polvoriento de nuestra memoria y cargado de recuerdos que conforman nuestra historia y que contribuyen a labrar nuestros valores e identidad.
Y aunque la imagen final de dicho recuerdo siempre está sujeto al filtro emocional con que lo recuerdas, hay una imagen que una vez captada es difícil de retocar e imposible de borrar: la impronta que dejan "LAS PALABRAS".
Porque por más que nos empeñemos, a las Palabras no se las lleva el viento y cobijadas en nuestra memoria emocional, viven felices, edificando o destruyendo, dañando o consolando, odiando o amando. Y no sólo viven refugiadas en nuestras cabecitas, sino que se cuelan en la memoria de otros, sobre todo cuando las sacamos a pasear con el clic ejecutor de nuestra lengua.
Dios nos da la tarea de ser parte de los " buenos recuerdos" de los que nos rodean. Nuestros labios son cómplices perfectos a la hora de establecer y mantener sanas nuestras relaciones. Una mala palabra o incluso la ausencia de las mismas pueden causar daños irreparables en el corazón de otros, quedando por siempre registradas en los archivos de su "Pasado".
Decidido: Usaré sin reservas el Filtro "AMOR" para retratar todos los dias sonrisas eternas.
TEXTOS DE REFERENCIA:
Salmos 141:3 Pon guarda a mi boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios. Proverbios 18:21 La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
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